Premack elaboró este sistema en 1970, basándose en su experiencia con la enseñanza a antropoides y se ha aplicado, con frecuencia, para enseñar a niños con dificultades, sobre todo porque no parece necesaria la capacidad de memorización.
Los símbolos de que se sirve este sistema están inscritos en bloques de madera o plástica, que el niño puede ver y tocar. Contribuye a la mejora de la autonomía del individuo, ya que depende de él la selección de los símbolos a los que quiere dar uso. El desarrollo de la tecnología ha hecho posible la fabricación de sencillos y baratos materiales para la aplicación de este sistema como los plafones de comunicación, elaborados con cartulinas de colores y plastificados en forma de dípticos, trípticos o de cuaderno.
Por otra parte, existen soportes electrónicos que transfieren los movimientos del individuo en señales fáciles de interpretar. Aunque estas ayudas requieren un coste mayor, son más motivadoras y dan mejores resultados, favorece la producción de mensajes.
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